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Cuerpos mutilados en el campo de batalla

Categoría: 2007

Argumento

Con un diagnóstico terminal a cuestas, Vera decide recluirse, arrendar un nuevo espacio y vivir en profundidad la catástrofe que habrá de arrasar con su vida. Pero una vez instalada, constata que la catástrofe será literal: en el departamento vecino, un grupo terrorista diseña un ambicioso plan para destruir el barrio alto de la ciudad y agravar la crisis social. Entonces ella se pregunta si de verdad quiere entregarse a la muerte o vivir. (Fuente)

 

Director Leonart, Marcelo
Compañía Teatro La Fusa
Teatro Lastarria 90
Manchas temáticas Transgresiones del cuerpo, territorios del género, Identidades al margen , Intimidades en desorden
Procedimientos de escritura Discontinua, Diálogo conversacional, Ficción cerrada, Ficticia
Autor de la ficha Coca Duarte

1. Intimidades en desorden

Cita 1

VERA: (AL TELÉFONO) No, Beatriz, no quiero que vengas. Ése es el punto. Y no, no he cambiado de opinión. Quiero estar sola. No veo que sea tan difícil de entender. (...) No, no te voy a dar razones, porque eso sí que da lo mismo. Yo tampoco entiendo cosas de tu vida. No voy a hacer una ópera con eso, ¿o sí? (...) No voy a discutir esto contigo, ¿okey? ¿Te parece mucho pedir que respetes mi decisión?

Vera escucha lo que le dicen del otro lado. Ahora se desconcierta.

VERA: (AL TELÉFONO) No, no... No he visto nada. ¿Qué caja?

Mientras habla por teléfono, Vera busca con la mirada. Entonces ve una caja relativamente grande en un rincón del living.

VERA: (AL TELÉFONO) (MIENTRAS SE DIRIGE A ELLA) Sí, sí. Ahora, recién, la acabo de ver. Pero, ¿qué es esto? (...) (DESCONCERTADA) ¿Un regalo?

Vera se detiene. Le habla al teléfono.

VERA: (AL TELÉFONO, DESCONCERTADAMENTE MOLESTA) Beatriz, ¿me quieres decir qué cresta pasó aquí? ¿Viniste acá y te metiste a mi departamento? Si te dije que no quería...

Vera es interrumpida. Se queda escuchando lo que le dicen del otro lado.

VERA: (AL TELÉFONO) (EXPLOTANDO) ¡Me importa una raja si hablaste con el conserje o si le dijiste que era mi cumpleaños o que me querías dar una sorpresa! No debió abrirte. No debiste venir. ¡Cresta, Beatriz! ¡¿En qué idioma quieres que te lo diga?!

Vera se queda escuchando lo que le dicen del otro lado.

VERA: (AL TELÉFONO) No, no la he abierto. Y no te preocupes porque no tengo ningunas ganas de... (LE CORTAN) Beatriz... ¡Beatriz! (CUELGA, PARA SÍ) Mierda...

Vera se acerca a la caja. Con desconfianza. Con desprecio. Con desinterés. Con desgano.

Finalmente suspira. Lo hace como por obligación.

Con la misma llave con la que abrió, rompe la cinta de embalaje. Se extraña con su contenido.

Lo saca para comprobarlo. Es un televisor. Vera lo mira un segundo con expresión neutra.

Luego marca su celular. Le contestan del otro lado.

VERA: (AL TELÉFONO) ¿Beatriz? (...) No, no, Beatriz. Por favor para. ¿Me quieres decir qué cresta es todo esto? (...) Sí, sí la abrí. (...) Sí, sí vi lo que había adentro. Y te lo digo inmediatamente. No-me-interesa-tu-regalo, ¿okey? ¿Dónde te lo voy a dejar? (...) (CONTENIDA) Porque no lo quiero. La idea de estar sola es ésa. Estar sola para DESCONECTARSE. ¿Conoces a alguien que se compre una tele para desconectarse? (7-8)

2. Transgresiones del cuerpo, territorios del género

Cita 1

JANA: Shhhhh... Si estás callada, si te calmas y te quedas tranquila un segundo, todo va a pasar más rápido. El efecto de esa cosa es así, supongo. Eso tienes que saberlo. Te queda en la sangre por un buen tiempo. No tiene sentido pelear contra eso. (PAUSA) No te preocupes por mí. Yo ya me aproveché de lo que me tenía que aprovechar. Ya no estoy aquí para eso.

Jana le muestra a Vera la jeringa. O la ampolla. O ambas cosas. Vera se queda viendo a Jana.

JANA: (INDICANDO EL PLATO VACÍO) Tenía hambre. Qué patético, ¿ah? Volví a tocar al departamento de al lado y nadie me abrió. Te toqué a ti y, como tampoco me abriste, simplemente entré. A robar. Comida.

. . .

Vera no dice nada. Sigue mirando a Jana.

JANA: ¿Qué es? Lo que tienes. ¿Qué es lo que es? Porque supongo que tendrás algo. Supongo que no te inyectarás esa cosa por deporte o algo así. No pareces una mujer dispuesta a eso. ¿Es algo que duele? (RESPONDIÉNDOSE) Obvio. Cómo no. Seguro que te duele mucho, y

seguro que es agradable inyectarse esa cosa y borrarse por un rato. ¿Ésa es la idea? ¿Aguantar lo que sea posible y luego tomar la jeringa y buscar una vena y borrarse un rato?

Vera no dice nada. Sigue mirando a Jana.

JANA: Perdona. No es cosa mía, supongo. Pregunto por preguntar, por cortesía, aunque te debe parecer lo más desagradable del mundo. Te hablo de lo que piensa Omar. Te hablo de mí. Me carga la gente autorreferente, me carga ser yo tan autorreferente. Pero es un poco inevitable, ¿o no? Cuando no estamos bien, todo pasa por nosotros. Todas las cagadas parecen hablar de nosotros. (INDICANDO EL TELEVISOR) Como en las noticias. ¿Has visto las noticias últimamente?

Vera no dice nada. Sigue mirando a Jana.

JANA: Yo siempre las veo. Siempre que puedo. Es una cosa medio masoquista. Ayer, por ejemplo: me tomé una taza de té en una fuente de soda -no me alcanzaba para nada más- y tenían la tele prendida. (PAUSA) Hubo un ataque o un atentado. En un barrio. El ejército o una guerrilla. No aquí. Lejos. Lo suficientemente lejos, en un paisito de mierda. Y una mujer lloraba, mientras la filmaban a ella y su casa hecha pebre. (RECORDANDO) En un momento alguien llegaba... Un amigo o un pariente o un vecino, con un niño en brazos. No se veía si estaba vivo o si estaba muerto. Sólo se veía la carita tapada, y el cuerpo manchado con sangre. La mujer corría hasta él tan... desesperada. (22, 23)

Cita 2

VERA: (HONESTA, CASI EXPLICÁNDOSELO MÁS A SÍ MISMA QUE A MANUELA) Porque uno siente cuando se está muriendo. Uno siente cuando se está pudriendo por dentro. Y no es ninguna metáfora. Cuando pasa eso, cuando uno SABE que no hay posibilidad de curarse, uno no quiere estar visible para el resto. Cuando pasa eso, uno no quiere preguntas de nadie, no quiere la compasión de nadie. No quiere nada de nada. Y entonces se busca algo para encerrarse: un sucucho con pinta de mausoleo o nicho. Y no importan ni las ventanas ni las vistas; ni las paredes ni los vecinos. Lo único que se quiere, lo único que se desea es estar sola. Para morirse sola. Y no darle explicaciones a nadie. (49)

2. Identidades al margen

Cita 1

MANUELA: . . .¿Te has fijado que los barrios hacia allá son más oscuros, como bocas de lobo? ¿Será porque los pendejos rompen los faroles a peñascazos? ¿O porque a la gente le gusta más la oscuridad? (SIGUE) Y las calles, allá, están llenas de hoyos. Hoyos grandes. Como huellas de morteros. Y las casas, donde hay casas, están llenas de grietas. Y hay lugares (INDICA SIEMPRE LA MISMA VENTANA), por allá o por allá, donde los niños se pasean solos con los perros, donde se encuentran cuerpos desnudos y muertos en las acequias. Y hay muros derruidos que nadie se interesa en arreglar. Y ruidos de disparos en la noche. Y miedo en las noches. Un miedo real. Un miedo a morirse sin aviso y sin calmantes y sin elección y sin privilegios. En la propia casa o al aire libre. En tu cama o en descampado. ¿Te haces una idea? Dime así, objetivamente, ¿en qué se diferencia eso de una zona de desastre, de un país en guerra?

Vera se retira de la ventana.

VERA: ¿Y qué pasa con eso?

MANUELA: ¿Cómo que “y qué pasa con eso”? ¿No te parece terrible?

VERA: Por supuesto que me parece terrible. Pero ¿qué pasa con eso? ¿Eso es para ti “el desastre”, la “hecatombe”? ¿Deberíamos ser culpables de eso? No es una idea muy nueva. ¿Me estás dando un discurso o qué?

MANUELA: No, no te estoy dando un discurso. Y no, no es una idea muy nueva. Entonces, cuando el desastre es costumbre, deja de serlo. ¿Eso me estás diciendo?

VERA: Yo no te estoy diciendo nada. Te estoy pidiendo una miserable explicación. Para saber por qué me tienes encerrada aquí

. . .

Manuela se dirige a la primera de las ventanas que observó y describió.

MANUELA: Mira hacia allá. Mira. Mira. El desastre. La hecatombe.

Vera mira hacia esa ventana.

VERA: ¿Allá?

MANUELA: Sí. Allá.

VERA: Me estás hueveando.

MANUELA: No. No te estoy hueveando.

. . .

VERA: (SEGURA) Allá no hay ningún desastre, ¿okey? (PAUSA) ¿Okey? (PAUSA) Allá la gente come bien. Duerme bien. Caga bien. Tienen sus callecitas iluminadas -¿las ves todas, bien brillantes y pegaditas? ¿no me dijiste eso?-, tienen sus guardias de seguridad velándoles el sueño. Y, antes del sueño, velándoles el polvo que se pegan una vez al mes para mantener sus matrimonios de mierda. Y para el resto de los días tienen amantes. Ellas y ellos. Y también tienen hijos. Lindos. Preciosos. Y también tienen hijas. Lindas. Preciosas. Y los ven crecer a todos criados por sus nanas. Sanos y felices. Y ni se enteran cuando dicen sus primeras palabras, cuando tienen su primera caída. O cuando aprenden a dibujar o andar en bicicleta. O cuando fuman su primer cigarro, o cuando fuman su primer pito. O cuando la princesa de la casa vomita su primera comida encerrada en el baño. O cuando el rey de la casa deja embarazada a la hija del portero o a la princesa de otra casa, y saca de su mesada la plata para que ella se haga un raspaje en una clínica blanca o donde la vieja de la esquina. Una esquina que no quedá allá (INDICA LA VENTANA A LA QUE SE ESTÁN REFIRIENDO) sino que allá (INDICA LA OTRA VENTANA). Y que no es lo mismo, aunque en las dos partes se haga lo mismo. No se enteran. Son felices. De verdad son felices. Allá no hay ningún desastre. A la mierda con las metáforas. Es mentira que allá también se pase mal. Que detrás de las fachadas bonitas todos sufran. ¿Por qué van a sufrir? ¿Para qué crees que ponen tantas luces? ¿Para qué crees que ponen tantos guardias? Para protegerse de eso. ¿Por qué estamos hablando tanta idiotez? Allá no hay ninguna “hecatombe”.

MANUELA: ¿Eso crees? ¿Estás segura?

VERA: Eso creo. Estoy segura. Ningún desastre. Ninguna hecatombe. Nada de nada.

MANUELA: Todavía. (52-55)

Cita 2

MANUELA: ¿Te imaginas ahora por qué no te dije nada? No sé quién eres, pero no me iba a arriesgar a que salieras a anunciar lo que iba a pasar. Porque en poco tiempo más, si Omar logró convencer a Jana de que no mandara todo a la mierda, va a ocurrir un desastre. Y lo debe haber hecho, ¿o no? (CONVENCIÉNDOSE) Convencerla. Por eso es que Omar no ha llegado. No porque él se haya quedado culiando con ella. (DESDICIÉNDOSE) O a lo mejor se la culió para convencerla. El caso es que mañana va a salir en todos los diarios. Y en pocos minutos más van a empezar los despachos en la tele. Y no va a haber manera de no enterarse de lo que pasó. Porque va a haber un ruido tremendo que a todo el mundo lo va a sorprender. Y la gracia va a estar en eso: en pillarlos desprevenidos. Despertarlos como quien los despierta hacia una pesadilla. Y ya no sé. ¿Esta pesadilla es mía? ¿Es tuya? ¿O de todos esos huevones lindos y preciosos que están a treinta segundos de despertar?

Manuela mira a Vera, que se retuerce de dolor.

MANUELA: Va a pasar. Todo lo que te digo va a pasar. Es todo verdad. Va a haber muertos y sangre. Y algo así como un desastre, como una guerra, en este paisito de mierda que se dice que está en paz. Cuerpos mutilados por todas partes y algo así como un campo de batalla. ¿Me crees, Vera? (LO PIENSA) ¿Me dijiste alguna vez tu nombre o lo sé porque todo esto es un sueño, una pendeja alucinación? ¿Qué me dices? (INSISTE) ¿Me crees, Vera? ¿Me crees? ¿Me crees? ¿Me crees?

Manuela insiste. Vera sigue apuntando a Manuela. Asustada. ¿Cree? ¿No cree?

Las luces se apagan.

Sólo ahí se oye el estruendo.

Y no es sólo un disparo. (60)

 

La obra, además de las manchas temáticas señaladas, indaga en la manifestación de la violencia antisistémica.

 

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